Maritza Núñez, o la búsqueda constante
Entrevista a Maritza Núñez realizada en 2005, por Cecilia A. Santillana
P: ¿Cómo fueron tus primeros pasos en el mundo del arte?
MN: Mi padre, Carlos Núñez era físico-químico y un apasionado de la música clásica. Y tuve la suerte de que mi madre sea Carmen Luz Bejarano, poeta, escritora. Por lo tanto, crecí en un medio en el cual, el contacto con los buenos libros, la música y el arte, en general, se dio naturalmente.
LA MÚSICA
P: Tu primera formación fue como directora de coros, y en Moscú. ¿A qué se debió esa elección?
MN: La voz humana es un instrumento maravilloso. Bueno, cada instrumento lo es, en cada uno hay infinidad de posibilidades, cada uno posee sus propios enigmas. Ahora bien, dentro de ellos uno tiene preferencias.
P: ¿Cuáles en tu caso?
MN: El piano, el violoncelo, la voz.
P: ¿Y Moscú?
MN: Mi padre, me hizo conocer la música de Mussorgsky, Tshaikovsky, Rachmaminov, Shostakovich y Stravinsky desde niña. Y Rusia es el país de Gógol, Dostoiévski, Chéjov, Pushkin, Turgiénev. ¿Cómo no iba a desear conocerlo?
P: Te fuiste a estudiar música.
MA: Yo estudiaba piano, sabía del alto nivel que había en el campo artístico, en la música y el ballet. A los quince años decidí que postularía a una beca y me iría a estudiar dirección de coros a Moscú. Y así fue. Tuve la suerte de poder estudiar allá diez años.
P: Volviendo a la voz…
MN: La voz es especial, porque no es un objeto externo. No existe esa distancia entre el instrumento y el instrumentista. Ambos coexisten en un mismo cuerpo. Eso es inigualable.
P: ¿Cantas?
MN: No tengo buena voz, pero, afortunadamente, puedes ser un buen director de coros sin tenerla. Pero sí he tenido la suerte de poder explorar el mundo de la voz, como parte de mi formación. Y te puedo decir que la experiencia de poder expresarte con tu voz, con algo tan tuyo, tan íntimo, es un milagro; sí, lo es.
P: ¿Te hubiera gustado ser cantante?
MN: No me lo he preguntado, pero a quién no le gustaría tener una voz naturalmente hermosa. Ahora, creo que es muy importante que la gente cante, sin temores, sin prejuicios, que ame su voz, que la reconozca suya, como algo único, y por ello valiosa. Cantar es algo que debería estimularse desde muy temprana edad. Lo mismo que la danza, que la actuación. Son actividades que te descubren un camino hacia ti mismo invalorable. No quiero decir que la meta sea dedicarte a ello después. Pero creo que si desde niños se nos diera la posibilidad de “jugar” en el arte, el mundo sería mejor. A lo mejor suena ingenuo pero estoy convencida de ello. Es muy grande la distancia que se produce entre el cuerpo y las emociones, y, a veces, descubrimos aspectos esenciales nuestros muy tarde. Aunque, cada camino es individual, y quizás todo en la vida tiene su momento, el momento.
P: ¿Por eso quisiste dedicarte a trabajar con coros?
MN: En parte sí. El primer coro con el trabajé fue un coro infantil, Candiris . Un coro que yo misma fundé en el año 1986. Lo hice por la atracción de poder labrar, tallar , tocar un instrumento tan perfecto. Y también por mi relación con los niños. Nos hacemos adultos muy pronto, y no tenemos la madurez que exige serlo sin dejar de ser niños. Trabajar con niños me permitía continuar descubriendo desde su mirada, aquello que en mí quedó truncado por la edad.
P: Como ya se ha dicho, llegaste a la literatura a través de la música, ¿qué ha significado eso para ti?
MN: En algún momento, el temor de haber desperdiciado un tiempo precioso que podía haber dedicado a mis estudios literarios. Ahora, la certeza de haber ganado un tiempo precioso que ha enriquecido mi camino como escritora.
P: ¿De qué manera han influido tus estudios musicales en tu trabajo creador literario?
MN: En la poesía se trabaja con melodías, silencios, ritmo, armonía, texturas. Un texto literario puede tener carácter polifónico. Un relato puede ser estructurado con una forma musical, por ejemplo. O puedes encontrar en él una línea coral. En fin, son lenguajes muy cercanos. Haber vivido ese mundo musical me abre perspectivas nuevas a la hora de jugar con ellos en la literatura.
P: Concretamente, ¿cómo lo enriquece?
MN: Al permitirme aplicar técnicas musicales en mi trabajo literario. Y además desde una experiencia real como músico que soy. Lo he hecho en varias obras, tanto en narrativa como en el género dramático. Y la poesía, pues…, porque es un mundo muy cercano al de la música. En mis obras teatrales, muchas veces mis personajes cantan. No te hablo de obras musicales o para teatro musical, que han sido concebidas para que los personajes canten. Me refiero a las otras, las obras de teatro “de texto”, como se les llama a veces. Y cantan porque nace de ellos, porque en el momento que cantan no hablarían. No lo harían debido a su estado emocional, o por la situación en que se encuentran, o por lo que sea. Y no es que yo los haya forzado, no. Simplemente cantaron, y yo respeté esa necesidad suya. No es tampoco casual que en mi obra haya referentes musicales y guiños musicales.
P: En el mundo literario actual son muy pocos los escritores que han escrito libretos para ópera. Tú, en cambio, tienes varios. ¿Fueron pedidos expresos de compositores o festivales?
MN: Más bien surgieron del deseo de trabajar juntos con algunos de ellos. Por la afinidades artísticas que nos unen suponíamos que podría nacer algo interesante. Es el caso del compositor finlandés Timo-Juhani Kyllönen, quien está trabajando una ópera para niños con libreto mío El Libro de los Reyes , que probablemente se estrene en Finlandia. Alfonso Padilla (chileno-finlandés), compuso A la luz de la oscuridad con un libreto mío, la ópera se estrenó en el Festival de Música Contemporánea de Viitasaari (Finlandia), y luego fuimos invitados al Festival A Tempo en Caracas, a Lima y Cuzco. También hice el libreto de Niña de cera , para una ópera del mismo nombre de la compositora japonesa Keiko Fujiie. Al igual que la anterior, el libreto nació de una obra teatral mía, un monólogo. Es una tentación cuando tengo un texto teatral ya estrenado imaginarle una vida musical. El tratamiento del texto es diferente. Para empezar es un reto llegar a la síntesis que el género exige. La estructura debe ser revisada y también el lenguaje. Me fascina ver desplazarse a mis personajes en un espacio y temporalidad tan diferentes.
P: Además de libretos de ópera, tienes textos para teatro musical y numerosas canciones. ¿Cómo ha sido tu relación con los compositores con quienes has trabajado?
MN: Timo-Juhani Kyllönen ha compuesto varias canciones, ciclos para coro, el oratorio Passio Secularis , con textos míos. Y tenemos otros proyectos pendientes. Lo mismo ocurre con Alfonso Padilla. Kalevi Aho y Kaj Chydenius han compuesto con mis textos obras corales. Con todos tengo una muy buena relación. Con los dos primeros hemos trabajado proyectos muy diversos. Cada uno es una experiencia enriquecedora. Además, en varios casos yo he estrenado la obra, en calidad de directora de coros. En el caso de Niña de cera , en cambio, yo hice el montaje de la ópera. Fue muy interesante seguir el proceso desde la dirección teatral. La cantante con la que trabajé, Anna Lisa Jakobsson, tiene muy buenas condiciones histriónicas y los músicos eran de primera. Entre ellos estaba el guitarrista Kazuhito Yamashita. Todo eso hizo que la experiencia de montaje ocurriera en el mejor nivel. Se estrenó en Kyoto y luego la presentamos en Tokio donde la filmaron para ser transmitida por vía satélite a otros países asiáticos.
P: Has mencionado que El libro de los Reyes es una ópera infantil. Siempre vuelves a los niños.
MN: Sí, y es que de ellos aprendes mucho. Mira tú, en el caso de la actuación. Un niño tiene la capacidad maravillosa de saltar de la realidad a la ficción. Estás jugando con un niño y, de pronto, te advierte sobresaltado, con un gesto, que el conejito blanco se te escapa. Y uno pega un salto porque le puede pasar algo si se escapa, y se moviliza para impedirlo. El niño te ha convencido. Luego, vuelves a la realidad y te das cuenta de que nunca hubo un conejo; o sí lo hubo, y tú impediste que se escapara. Al actor le toma tiempo volver a esa capacidad infantil. Me parece maravilloso el verbo que se usa en inglés: to play , play también significa jugar . Y es que la palabra “jugar” es la que mejor define la actuación. Pero también el verbo se usa al referirse a la ejecución de un instrumento musical.
EL TEATRO
P: Y tu inclinación por el teatro, ¿de dónde viene?
MN: Vi mucho teatro desde que era pequeña. Mi madre me hizo unos títeres, y pasábamos horas jugando. Creo que ahí empezó a gestarse esa inclinación.
P: Estrenaste hace poco tu monólogo Tango solo .
MN: Una locura de escritora, porque no soy actriz. Excepto en tres ocasiones en la escuela, no me había subido a un escenario a actuar. Lo que pasa es que entre Nicole, el personaje de la obra y yo se ha creado una relación muy especial. Eso me impulsó al deseo irracional de subirme a un escenario para darle una primera vida escénica.
P: Un derecho bien ganado como autora.
MN: Los derechos que otorga el cariño. Y no me arrepiento de haberlo hecho. A veces es importante seguir el camino que te indica el corazón. Ha sido una experiencia importante para mi desarrollo no sólo como creadora, también personal.
P: ¿Desde cuándo actúas?
MN: La actuación es un descubrimiento tardío en mi caso. Me hubiera gustado hacerlo antes.
P: ¿Ser actriz?
MN: Visto desde mi perspectiva de hoy, sí. La respuesta es que sí, que sí hubiera deseado ser también actriz. La escritura es mi gran pasión. No la cambiaría, ni la postergaría por la actuación. Pero sí me hubiera gustado hacer ambas cosas. La experiencia de Tango solo me resultó apasionante. Y no quiero dejar de explorar ese mundo, el de la interpretación teatral. Además, como autora dramática, actuar te da una perspectiva interesante hacia tus propios textos.
IDENTIDADES
P: Desde 1986 resides en Finlandia. ¿Qué ha significado esto para ti?
MN: Descubrir mi yo finlandés. Asimilar un entorno nuevo. Aprender que un día las olas se hacen hielo y que el sol brilla de noche. ¿No es maravilloso?
P: Viviste tus primeros 17 años en Perú, luego 10 en Moscú, desde 1986 en Finlandia y desde el 2004 pasas largas temporadas en España. ¿Cuál es tu identidad cultural?
MN: La identidad cultural no es algo fijo, está en evolución constante. Va conformándose de la suma de nuestras vivencias. Mi identidad es cambiante. Hoy no es la identidad de hace seis años, por ejemplo. Es la suma de diferentes raíces culturales, de diversos paisajes, hábitos, tradiciones. Desde luego, nací en Lima, y pasé ahí los primeros diecisiete años. Indudablemente la identidad cultural se compone de aquellos elementos que te marcan de manera tácita, que son inherentes a ti. Pero están los otros elementos, aquellos que asumes de manera consciente, por afinidad, porque te identificas con ellos, porque los incorporas de manera natural, porque los eliges. No siempre te identificas, o te reconoces con aquello que es parte de tu hábitat original, de tu lugar de origen, y no tendría porque ser así. De pronto te encuentras en el otro lado del mundo, y hay algo que te hace sentirte en casa.
P: ¿Es lo que ha ocurrido con Moscú, Finlandia y España?
MN: Con Finlandia y España sí. En cambio en Moscú siempre sentí que estaba de paso.
P: ¿No fue una buena experiencia?
MN: No es eso. La experiencia, en lo que se refiere a la formación fue del mejor nivel. Tuve excelentes profesores. Y pude escuchar a grandes músicos, ver a grandes bailarines, ver teatro, asistir a la ópera, al ballet. Pero era un sistema contradictorio. Y yo fui muy sensible a los absurdos políticos de la sociedad soviética. No obstante, si volviera a vivir repetiría la experiencia, y quiero creer que artísticamente la aprovecharía aún más.
P: ¿Existe el escritor latinoamericano? Y si fuese así, ¿qué es lo que define su condición?
MN: Los escritores latinoamericanos son tan distintos entre sí. Ni siquiera te puedo decir que la lengua, porque hay escritores latinoamericanos que no escriben en español. ¿Los temas? Es una pregunta más compleja de lo que parece ser. Y sus respuestas son siempre relativas, con un alto grado de subjetividad.
PUNTOS DE REFERENCIA
P: ¿Qué compositores y qué tipo de música son cercanos para ti?
MN: Bach y Beethoven son dos pilares importantes para mí. Pero son muchos, Mozart, Chopin, Brahms, Schubert, Mussorgsky, Stravinsky, Ligeti. Es una pregunta que me cuesta responder. A lo mejor de un compositor hay una obra que me maravilla, que es importante para mí. Y de esas obras hay muchas. Además no me gusta un solo tipo de música. Soy muy curiosa. Me gusta el flamenco, el tango. Pero hay etapas en las que me detengo en un mundo en concreto. Puede ser la música árabe, o japonesa, o judía, o tribal, o hindú. O los Beatles, o Yves Montand. O rock, rock heavy. ¡Qué caos! No te he respondido.
P: ¿Y la danza?
MN: Me encanta el ballet clásico, la danza moderna, las danzas de Asia, de la India, me gusta el teatro Kabuki, el flamenco, el tango, veo todo lo que puedo. Intento profundizar en los símbolos de cada género. Y es que cada uno es un universo impactante.
P: ¿Bailas?
MN: Me encanta hacerlo, lo cual no quiere decir que lo haga bien. Pero sí he tomado algunas clases de baile en algunos géneros que me interesan.
P: En tu obra varios de tus libros hacen guiños a ciertos pintores. ¿Cuál es tu relación con el mundo de las artes plásticas y cómo eso ha repercutido en tu obra?
MN: Mi madre enseñó también Historia del arte. Con ella visitábamos museos y me encantaba escucharla reflexionar delante de un cuadro. Por consiguiente, es un mundo al que tuve acceso pronto. Por su parte, mi padre era un enamorado del surrealismo. Había muchos libros en casa, y desde entonces las artes plásticas han sido un mundo importante para mí. Después, bueno, he tenido la suerte de poder viajar mucho, de visitar museos, de contemplar obras de los grandes maestros. Es natural que dejen huella en mi obra.
P: ¿Y tu relación con el cine?
MN: Entrañable, intensa. El cine y el mar son dos amantes maravillosos.
P: Eso explica la naturaleza cinematográfica que tienen tus obras Tango solo y Kullervo , al menos eso es lo que he sentido.
MN: Sí, hay un juego con imágenes, con el lenguaje y la estructura que las acerca al carácter cinematográfico. Kullervo nació de imágenes, de secuencias, de escenas que yo imaginaba en la pantalla. La relación del teatro y el cine es cada vez más estrecha. En las puestas en escena es enorme el aporte del cine. Y en la concepción misma de un texto teatral son infinitas las posibilidades que éste abre.
P: ¿Qué influencia ha ejercido en ti la obra de una poeta tan central en la literatura peruana y latinoamericana como Carmen Luz Bejarano, tu madre?
MN: Es un lujo ser hija de Carmen Luz. Conocí su obra cuando era muy pequeña y me capturó. Soy una admiradora de su ella, y no porque sea mi madre. No. La admiro porque es una gran escritora. De una riqueza temática enorme, una maravilla de síntesis, de expresividad. Su obra tiene una profunda carga filosófica. Su legado es una obra sólida. No es tan fácil ser escritora y encontrar una voz propia, mucho menos fácil si tienes una madre como Carmen Luz. Me tomó un tiempo independizarme de su influencia. Aunque siempre hay influencias que nos marcan, claro está. Pero en este caso era más inmediata. Ella siempre fue respetuosa y me impulsó a esa independencia. Es una artista de sensibilidad exquisita y de una modestia admirable. Una gran amiga con la que charlábamos horas sobre arte, en general y con la cual nos dábamos banquetes de cine. Si había un ciclo interesante podíamos ver tres películas seguidas cada día. Y luego venía la conversación en algún café alrededor de lo que habíamos visto. Carmen Luz tenía una cultura amplia y esas conversaciones eran clases magistrales.
P: ¿Con qué escritores tienes afinidades?
MN: Son muchos, siempre ocurre, a todos nos ocurre. Incluso a veces no llegamos a ser conscientes de todas esas afinidades.
P: ¿Qué autores teatrales te han marcado?
MN: Sófocles, Esquilo, Shakespeare, Chéjov, Ibsen, Strindberg, Tennessee Williams, Ionesco, Beckett, Sartre, Camus.
P: ¿Tres novelas no latinoamericanas?
MN : Barrabás de Lagerqvist, El idiota de Dostoievski y La Biblia .
P: ¿Latinoamericanas?
MN : La casa verde , El cuarto de los Trebejos , El túnel , La tregua , Los pasos perdidos , Rayuela, Cien años de soledad .
P: ¿Poetisas?
MN: Safo, Emily Dickinson, Sylvia Plath, Carmen Luz Bejarano, Alfonsina Storni, Axmátova.
P: ¿Películas?
MN: El pibe de Chaplin, La Strada , Amarcord , Giuletta de los espíritus de Fellini, Sonata de otoño de Bergman, Las horas , …
P: ¿Directores, además de los que has nombrado?
MN: Rosellini, De Sica, Bertolucci, Pasolini, Buñuel— sobre todo en El perro andaluz y El ángel exterminador , Woody Allen, Kurosawa, Tarkovski, Kaufman, Kubrick, Kieslowski…
P: ¿No has pensado en escribir guiones para cine?
MN: Sí, es algo que está pendiente y que espero hacer. Pero antes tengo una cita con la novela.
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P: En los años sesenta y setenta se habló mucho en América Latina, Europa y Norteamérica acerca del rol social del artista, del escritor. ¿Cómo ves esta problemática desde la perspectiva de comienzos del siglo XXI?
MN: Pienso que desde siempre el artista ha sido el enfant-terrible , el coro de la tragedia griega, una forma de Pepe Grillo en la sociedad. Es el observador sensible que refleja en su obra una problemática que busca, a través del conflicto que plantea, despertar en el lector o espectador la reflexión, la polémica, la conciencia ante determinados hechos. Cuando digo observador no quiero decir que el artista es una figura pasiva dentro de la sociedad. No. Al contrario, su compromiso con la sociedad, con el mundo, es inmensa, y debe ser consciente de ello. Ahora, creo que el artista debe crear desde la libertad. Y la libertad es un principio ético por el cual debe luchar. No creo en las sociedades represivas, donde el Estado se permite cortar las alas al arte, encarcelarlo. Por eso no creo que el artista deba renunciar a su libertad creadora por un compromiso político. Como tampoco creo que para un rol activo en la sociedad sea necesaria la participación en un grupo político determinado.
La política no debe interferir en el arte. Son mundos separados.
P: ¿Y el amor como tema?
MN: Ninguna sociedad funciona sin amor, está comprobado históricamente. Es un combustible indispensable. Safo, Verlaine, Eluard, Whitman, ¿no cumplieron con un rol social? Claro que sí.