Maritza Núñez

 
Fotografía de Michael Campin

La nada cotidiana

En La nada cotidiana, Maritza Núñez retorna al tema del amor y amplía su escenario para hacer ingresar personajes que rompen el círculo hermético de los amantes. La autora con una suerte de travelling retoma elementos de la trilogía —conformada por Amor vivus, Nocturno y le jardin secret— que precede este libro. El amor se nos presenta como una sucesión dialéctica de estaciones; la eclosión que se reitera y se desvanece. Este poemario o poema sinfónico, nace del verbo que la poeta afina con notable madurez.

Rusakko *

Hay olor a tierra húmeda y ese chasquido de hierba
que anuncia su llegada

Aparece con su piel parda y sin edad
como sus ojos, dos astros pardos
parda y lisa y sus pasos ágiles y ese extenderse suyo
como un arco a punto de lanzar una flecha al cielo

Y yo me enamoro de su desenfado grácil
y su mirar de sibila

Pardo mi deseo de ser como tú
de hacer abracadabra y amanecer libre
con tu piel soñadora y tu risa y tus ojos impenetrables
espléndida como tú

Rusakko

* rusakko liebre parda nórdica


Nada

Esta tarde he perseguido mis pasos

La luna no se había recogido
y el sol era una naranja a punto de caer sobre mí
y tuve ganas de comerme el sol como el confite prohibido
La playa era un desierto y yo corría tras mi sombra

Y no alcancé sino la nada
única
infinita

La nada cotidiana

© Maritza Núñez

(Dos poemas del libro La nada cotidiana.)

 

©2006 Maritza Núñez