“Yo no soy yo, soy Kullervo”1
Rafael Torán
El mito de Kullervo lo conocimos en España por una traducción realizada por el que fue dramaturgo, Alejandro Casona. Recientemente desde una publicación de la Asociación de Directores de Escena (ADE) que editó La historia de Kullervo del poeta Haavikko y precisamente con traducción de Maritza Núñez, quien ahora se enfrenta al personaje desde la autoría. La publicación surgió como una muestra más de la colaboración entre el teatro finés y el español. La ADE la planteó con la intención de estrechar conocimientos mutuos.
Nada mejor que empezar por los mitos. Aquellos que esconden verdades en los sustratos de nuestras costumbres, aquellos que nos enseñan caminos por los que transitar en nuestra cultura.
Haavikko realizó una nueva lectura de El Kálevala2, la epopeya popular y presentó este Kullervo en 1982 para un programa de televisión “La edad de Hierro” entre un estilo narrativo y dramático.
El Kullervo de El Kálevala3, el libro del folklore y de la mitología finlandesa, tiene mucho que ver con el mito de Turín Turambar, guerrero del Silmarillion. Ambos están tocados por el mal, no hay una reflexión que no entrone en el mal; no hay un suceso en sus vidas que no les conduzcan al mal. ¿Fortuna adversa? Es posible, pero no tiene nada que ver con la fatalidad shakesperiana; estos personajes no se plantean en ningún momento el bien lo mismo que no se plantean lo contrario. Sencillamente están en el mal.
“En los ojos llevo un tatuaje a fuego”
Aislados, vendidos, menospreciados por sus familias, estos portadores del mal pasean hoy por nuestras calles, portan megacoches lo mismo que hachas con los que talar árboles de equivocados bosques, y no se les puede mirar a los ojos porque encierran una debilidad y te harán morir antes que dejarse descubrir. Koltés, también nos dejó un Kullervo urbano y moderno con su Roberto Zucco y en mi barrio hay varios anónimos que en sus pupilas llevan tatuado “yo no soy yo, soy Kullervo”.
La versión que Maritza Núñez4 realiza, se sostiene y a la vez se sustenta sobre cinco pilares fundamentales: la venganza y el odio como tesis, el amor como antítesis, el incesto como desencadenante y la muerte como finalidad. Este Kullervo5 se escribe desde el mar y desde el calor del sur de España. Los páramos helados aquí son tórridos terrales, los bosques frondosos se transforman en verdes campos de golf que abrazan urbanizaciones para el descanso de muchos extranjeros y los pantanos, son arenales con bajas mareas en las que encallan barcas de pesca.
“Voy a donde debo ir”
El Kullervo6 de Maritza Núñez mantiene su discurso de personaje rural, pero se abre a un mundo moderno acercándonos el mito hasta tal punto, que nos lo encontramos vociferando por las ruidosas y nocturnas calles de nuestra ciudad. Kullervo va a la discoteca. Hace el amor en sus lavabos sin preguntar tan siquiera el nombre de la mujer. No es amor lo que busca.
Cualquier camino es vacío, los senderos no tienen señales, las autovías son anónimas. Todo destino se encuentra en uno mismo y en su propio viaje. Kullervo tiene limitada la reflexión. En sus ojos no hay mirada más que para el fuego del pasado que acabó con las vidas de sus padres en el texto original, aunque Maritza Núñez decide recuperarlos ante la imperiosa necesidad del personaje de encontrar el sosiego que se le negó al nacer. Yo no recuerdo si recordaba entonces. Recuperarlos para favorecer aún más el desenlace de la obra y definir mejor, si cabe, la identidad del personaje. Recuperarlos para dejarnos más claro a nosotros, lectores y espectadores de hoy, que los padres navegan perdidos en la maraña tejida por el consumo y que la materialidad de las cosas mundanas ha sustituido a la palabra y al beso. Un mar sin fondo.
“…como en noche de San Juan.”
La experiencia del viaje de la autora desde las tierras frías bañadas por el Báltico, al calor del Mediterráneo, necesita tener una impregnación en su obra. Toda ella, parece estar bañada por la mirada de una luz distinta que hace, sin perder de vista jamás la identidad del personaje, que este Kullervo mitológico conviva con nosotros con la naturalidad de quien nos acompaña en una cañas7, cercano y no huidizo.
El mar de Málaga aparece en la obra de Núñez como el mar de todos los mares. Ese es el mar que recreamos, ese es el mar de Kullervo. La humedad. La inquietud de pisar un fondo invisible en el que habitan otros seres. El cambio de la temperatura. El alivio al calor – a nuestro calor- o el dolor cortante del intenso frío. El encuentro con otro cuerpo medio sumergido que te abre la duda, el juego de descubrir aquello oculto. El mar. La playa en Málaga es un espacio de encuentro, de diversión, de exhibición.
El mar ha sido espacio de tránsito para imperios hasta que el hombre aprendió a volar y usa el aire para desde él matar, fotografiar, ayudar, capturar. El mar fue un duro abrazo para los inocentes, que fueron arrojados con piedras en los pies desde el cielo del deshonor. El mar quieto es un buen lugar para una charla relajada, el suelo adecuado para flotar en la relajación de los cuerpos, el color preciso para que emerja la sensualidad que te enamore. El mar es un espacio de tensiones, de corrientes, de fuerzas incontroladas que te arrastran sin conocer su destino. La cálida arena te puede acoger o las rocas descerebrar. El mar es el lugar en el que la muerte se ve venir, es donde nos abandonamos y nos invade entrando por nuestra boca y haciéndonos suyo. En la cresta de una ola sin romper, vi no hace mucho un cuerpo que sumergido y al contraluz, nos mostraba su plácida quietud. Flotaba en el interior de la ola como un bebé en el seno materno. Un inmigrante en su muerte, sumergida nuestra conciencia europea. El mar acoge el amor de Kullervo y desata su desenlace de muerte. En el mar encuentra su amor. En un río encontró con anterioridad otra joven a la que poseer. El agua es fuente de vida. Tanto unas aguas como otras son dinámicas, a veces salvajes, son pasionales o balsámicas. El agua es una espacio simbólico adecuado para la vida y para el amor, pero también lo es para la muerte. Por eso en su uso poético, Núñez muestra una tensión simbólica. Por fin algo a lo que sonreír en esta su vida. Su vida es traidora porque es un mito y está sujeto. Esa sujeción hace que el discurso sea unidireccional. Sabemos lo que Kullervo opina y siente. Sus ojos tatuaron mi cuerpo con fuego.
Las palabras de amor que pronuncia Kullervo –en el original- no van dirigidas a su madre, el único amor al que rinden culto los héroes de la epopeya. Héroes que lo son no por su valentía sino por su sabiduría. Dónde queda hoy esta sabiduría trasformada en herramientas de trabajo de los trápalas. En las tierras finlandesas es difícil relatar epopeyas donde ejércitos cuantiosos osen travesías. Ni el frío ni la orografía lo permiten. En el texto de Maritza Núñez esos ejércitos inexistentes desfilan sin encontrar su hueco entre lirismos. Kullervo no verá venir una amenaza de buques armados de conductas sociales. En el mar está a salvo porque está aislado y al despegar sus pies de la arena sumergida deja de pisar tierra. A este Kullervo construido por Núñez desde las playas de Málaga, no le podrá sorprender la desaparición temporal de los astros. Esa medida del mundo aquí no existe. Por eso este Kullervo atenta a la razón. El original fundamenta la epopeya porque está sujeto al clima, al terreno, a las costumbres de su país, por eso se le considera una creación étnica. Pero el texto de Maritza Núñez trasciende las tierras. La orografía es la de la conciencia y la memoria de cada cual, los cielos no tienen más azules que los de la emoción.
“Fue después del reposo que pronunció su nombre y conoció el mío.”
Hace escasos meses en un telediario8 se nos presentó a un matrimonio que transmitía satisfacción, eran generosos de aspecto y corporalmente se mantenían unidos ante la cámara de televisión. Delante de ellos se encontraban sus dos hijos. Este último dato no lo recuerdo bien. Hablaban de su experiencia. Se conocieron, creo que en una discoteca o en una noche de diversión. Se enamoraron, se casaron. Descubrieron que eran hermanos, decidieron seguir amándose y tener hijos. Viven satisfechos con sus vidas y manifiestan que volverían a repetirlo. Se aman. Las reglas son para el desamor no para el amor. No es tan terrible. La fuerza de Kullervo reside en la maldad de los demás. Esa maldad se filtra en tu inconsciente y te niega. Después sólo cabe desaparecer. Las normas sociales son insalvables, no deben romper el orden, no hay excepciones por los siglos de los siglos. Ese discurso grabado a fuego provoca la muerte de cientos de personas todos los años y miles son estigmatizadas para los restos, sus restos. Desde el Vaticano se apela a los órdenes morales impresas en la Biblia. El Corán impone su mandato. Los fundamentalismos no quieren ceder el poder moral que es el poder social.
“El hijo de la desdicha”
El Kullervo del texto de Núñez recupera la tradición para morir y usa una navaja y usa su pecho y usa el dolor para finalizar. La imagen empatiza con el personaje primitivo, arcaico, rural, tosco y al final del texto el lector se da cuenta que nada más hay una manera de morir: por su propia mano y con el metal que de jovencito el herrero le enseñó a dominar. No tiene un sitio en este mundo. Es la única razón. La libertad no existe para los que fuimos bautizados por el fuego , Kullervo lo tiene claro, no hay otra opción en su vida o al menos él es incapaz de encontrarla, dejaría de ser un mito. Ni el arrojo, ni la valentía, coraje, orgullo, soberbia, nada puede ante la idea de morir para acabar. Nada puede, ni su fuerza física, ni su hacha forjado para doblegar, ni su primitiva rudeza.
“Pero no es uno el que decide”
Kullervo es acusado de cuatro asesinatos. Kullervo es acosado por los reporteros. Ser asesino es ser protagonista en un mundo de anonimato. La destrucción es premiada, la creación olvidada. Conocemos de memoria los nombres de los últimos asesinos. “El mundo debió ser otro” apunta el personaje en uno de sus momentos dramáticos
“Y me lo contó”
Maritza Núñez consiguió escenificar una lectura de este texto en Málaga. La puesta en escena cuidada, sencilla y contundente, favoreció la comprensión de la poética textual. Pudimos ver su lectura de su propia obra y tuvimos, los asistentes, la ocasión de comprobar cómo las reflexiones filosóficas se materializaban con los silencios y los tonos. La propuesta escenográfica sintetizada en un espacio absolutamente blanco, la blancura cegadora del frío nórdico y la blancura cegadora de la luz mediterránea, se aunaban universalizando aún más al personaje, su discurso y su conducta. La ausencia de la espada o el cuchillo con el que Kullervo se da muerte, aquí no existe. No hay nada más cortante y definitorio que una voz que tu mismo dices y lleva tu nombre apagado. La voz del actor nos permitió encontrar el final del personaje como quien busca un silencio. Un final suave para el espectador y denso para la memoria.
“Y ya no recordé el olor del fuego”
Rafael Torán9
Málaga, Noviembre, 2005
1 Este primer titular pertenece a la edición de Kullervo de Havikko, los demás al Kullervo de Maritza Núñez.
2 Se compone de 50 cantos y 22.800 versos. Se describe la lucha de los kalevas (finlandeses) contra los pohjolas (lapones).
3 Todos los cantos de El Kálevala fueron recogidos en el siglo XVIII por Elías Lönnrot. Se ha estado usando hasta nuestros días la edición de 1849.
4 La autora nacida en Lima (Perú) comenzó su trayectoria artística como directora de coros, después de haber estado formándose durante diez años en Moscú (Rusia). Entre 1986 y 1994 dirigió varios coros en Finlandia, realizando varias giras por Bulgaria, Suecia, Chile, Argentina y Uruguay. Su obra ha sido musicalizada –en los géneros de ópera, teatro musical, misa, oratorio, obras corales, lieds y canciones para teatro- por los compositores Keiko Fujiie (Japón), Timo-Juhani Kyllönen (Finlandia) y Alfonso Padilla (Chile).
5 Editado por la asociación Amigos del Teatro y de las Artes Escénicas de Málaga en la colección NDM con el número 4.
6 El monólogo está estructurado en quince partes y finalizada su escritura en septiembre de 2004.
7 Cervezas
8 Programa diario televisivo de noticias
9 Rafael Torán, es profesor de artes escénicas, director de escena y hombre de gestión teatral.