FRIDA KAHLO, GABRIELA MISTRAL, NICOLE
— TRES MUJERES QUE INVENTARON SU VIDA
(Ponencia ofrecida en la Universidad de Pau, Francia, mayo de 2004.)
Maritza Núñez
M.A., escritora
Esta ponencia se aproxima a tres personajes femeninos, Frida Kahlo, Gabriela Mistral y Nicole, protagonistas de tres piezas teatrales de las cuales soy autora: Sueños de una tarde dominical (2000), Niña de cera (1995) y Tango solo (2003).
En un proceso complejo y contradictorio, tres mujeres inventan su vida. Buscan su identidad, la reafirman y asumen como Frida, o la silencian parcialmente como Gabriela. Inmersas en sociedades o sistemas en los cuales ser mujer significa responder a las expectativas y limitaciones que se les impone, ellas luchan por su espacio, por su libertad. Frida y Gabriela tienen en común la creación artística, que asumen con algunos matices de diferencia. En el caso de Gabriela, su relación con la escritura es la del artista con el arte en un sentido más intelectual. Conocedora de diversas corrientes de pensamiento, y poseedora de una formación más amplia que Frida, los temas en su obra son diversos y de una gran carga no sólo humanista sino también filosófica.
En el caso de Frida, la pintura es en gran medida una mirada hacia ella misma, es retratarse para descubrirse y para dejar testimonio de una realidad, la suya —por eso la mayoría de sus cuadros son autorretratos. En el caso de Frida Kahlo los aspectos más atractivos para el drama son sus grandes conflictos como mujer y pintora. Como mujer, éstos surgen de su doble sexualidad, de su condición de esposa y amante de Rivera, de un deseo de maternidad no consumado. Su sexualidad y las distintas relaciones que mantiene con ambos sexos serán asumidas por ella. Desde joven ya la vemos vestida de hombre en algunas fotografías tomadas por su padre, el fotógrafo Guillermo Kahlo. Este gesto rebelde no sólo debe asociarse a su bisexualidad, al hacerlo protesta contra los cánones establecidos al igual que George Sand en su tiempo. Frida tuvo una relación estrecha con su padre que supo comprender y apoyar a la artista que se estaba gestando, al igual que George fue educada en el campo por una abuela de mentalidad muy abierta.
Su relación con Diego será de grandes encuentros y desencuentros pasando por temporadas de separación. Es una relación de libertad y dependencia. Por momentos la de la madre con el hijo que busca el regazo protector. Esta imagen será reflejada por ambos en su pintura. En el caso de Frida en su cuadro El abrazo de amor de El universo, la tierra (México), yo, Diego y el señor Xólotl , pintado en 1949, por ejemplo. En éste Frida sostiene a Diego en su regazo, como a un bebé inmenso. En el mural de Diego Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central , él se pinta como un niño tomado de la mano de Frida.
La maternidad para Frida no está exenta de conflicto; ella llega a plantearse incluso la necesidad de un aborto para preservar su independencia, en el momento en que, por primera vez, parecía posible un embarazo exitoso. El tema de la maternidad y del aborto están presentes en algunos cuadros como: Frida y la cesárea (1931), Mi nacimiento (1932), Henry Ford Hospital o La cama volando (1932) y Frida y el aborto o El aborto (1932)
Como pintora, en mi pieza teatral, junto a Rivera, Siqueiros, Tina Modotti, Trotsky, Breton, Frida se plantea interrogantes acerca del rol del artista en la sociedad. ¿Debe el artista asumir un compromiso político si el precio es su libertad? Los personajes viven una época agitada, polémica, pues la obra transcurre en los años 1939–1940, cuando gran parte de Europa se encontraba bajo el poder de dictadores como Hitler, Mussolini, Franco y Stalin. A Frida le preocupa servir a la causa revolucionaria también como artista. No obstante, los temas de su pintura no tienen el mismo contenido social que puede tener la obra de los muralistas. “Mi pintura lleva el mensaje del dolor. Creo que cuando menos a unas pocas gentes les interesa. No es revolucionaria, para qué me sigo haciendo ilusiones de que es combativa, no puedo”, diría la pintora.
México, con su pasado cultural, sus mitos, su espléndido colorido, sus flores y frutos, es una vertiente importante en la obra de Frida. La conexión visceral con el suelo es un tema que tratará en La tierra misma y Lo que el agua me ha dado , por ejemplo, ambos de 1939.
A menudo Frida aborda su sexualidad y el tema de la fertilidad, como en La flor de la vida (1938), Flor de la vida (1943) o La flor de la vida (1944). Las flores que pinta evocan los órganos sexuales masculinos y femeninos. Para ella éstas eran símbolo de vida. Esta serie de cuadros tiene una gran carga sensual y erótica.
Frida se retrata con diversos alter ego, como en La tierra misma (1939) Árbol de la esperanza mantente firme (1946). En Las dos Fridas , uno de sus cuadros de mayor madurez, la artista encuentra la perfecta metáfora de la dualidad, de la ambigüedad. El cuadro fue pintado en 1939 cuando tramitaba su divorcio de Rivera.
En mi obra Sueños de una tarde dominical , aparece entre los personajes La Otra Frida, solución dramática por la que opto por ofrecerme muchas posibilidades para desarrollar el personaje. Con La Otra Frida, a la cual sólo Frida ve, ella dialoga sobre su arte, sobre sus dudas como artista y como mujer.
Acto I— ESCENA V (pp.33–35)
FRIDA y LA OTRA FRIDA
(FRIDA trabaja en su cuadro “Unos cuantos piquetitos”.)
LA OTRA FRIDA
¡Unos cuántos piquetitos! Frida acuchillada.
FRIDA
No soy yo.
LA OTRA FRIDA
Claro que eres tú. El crimen ese es un pretexto.
¿Por qué no aprendes de Diego? Nunca se detiene a mirar atrás.
No es un buen cuadro.
FRIDA
¿Por qué? ¿Por lo grotesco?
La vida es grotesca.
LA OTRA FRIDA
Porque es un mal cuadro. No está bien logrado técnicamente.
¿Quieres que te diga una cosa?
Tú tampoco quieres tener el niño.
FRIDA
¡Claro que quiero!
LA OTRA FRIDA
¿Y qué harías con un niño? No podrías seguir a Diego, tendrías que resignarte a que sus amigas lo acompañen en sus viajes.
FRIDA
También yo viajo sola a París. ¿Y qué?
LA OTRA FRIDA
Sabes que es distinto. Diego es un aventurero y tú eres su mejor compinche. Un niño lo alejará de ti. Diego necesita de una mujer y de una mamá que le limpien el culito cada vez que se le antoje.
FRIDA
No sigas. Tengo que terminar este cuadro antes de partir.
LA OTRA FRIDA
Déjalo reposar y a tu regreso de París lo terminas con más calma.
FRIDA
No puedo. Ya me comprometí a entregarlo. Lo venderán en la subasta.
LA OTRA FRIDA
Cierto, para recaudar fondos para España. ¿Y por qué no regalas otro?
FRIDA
No es un mal cuadro. A Diego le gusta.
LA OTRA FRIDA
Diego. Diego el que da color, Frida la que lo recibe.
Diego todo.
Cromóforo, Auxócromo.
Diego.
Siempre Diego.
Mírate, Frida. Das lástima.
¡Despierta de una vez!
En mi pieza teatral la artista se define en un contexto social, político, artístico y sexual como una mujer que lucha sobre todas las cosas por su libertad.
Los hechos más cotidianos son convertidos por Frida en una fiesta, en actos ceremoniales, así ocurre con su vestimenta que puede destacar tanto lo femenino, como lo masculino, o con su forma de llevar el cabello. Largo, decorado como el mejor arte mexicano, acentúa su feminidad. Corto destaca su lado masculino, es un manifiesto de libertad o instrumento de venganza con Diego cuando éste le es infiel, y al mismo tiempo la convierte en mártir. Recordemos el cuadro que pintara en 1940, Autorretrato con pelo cortado , en el cual escribió el siguiente texto: “Mira que si te quise, fué por el pelo, Ahora que estás pelona, ya no te quiero” El cuadro lo hizo cuando se divorció de Diego, razón por la cual estuvieron separados por espacio de un año.
La imagen de mártir aparece en La venadita o El venado herido (1946), cuadro en el que ella está atravesada por flechas con el cuerpo ensangrentado. La venadita tiene el rostro de Frida y nos hace recordar el cuadro de Unos cuantos piquetitos (1935), o La columna rota (1944) en el que su cuerpo quebrado está lleno de clavos.
No obstante su relación compleja con Diego, sus infidelidades, y las infidelidades de las cuales es víctima, al pensar en Kahlo como artista y mujer que conjuga su mundo más íntimo con el de la gente que la rodea y a la cual ella se entrega vital, pienso en lo que Julia Kristeva (2003: 466) escribe a propósito de Colette.
La “Colette enamorada” permanentemente traicionada —y traidora— en sus vínculos amorosos, declara estar más allá de la pasión amorosa: “Una de las grandes banalidades de la existencia, el amor se retira de la mía. [...] Liberados de él nos damos cuenta de que todo el resto es alegre, variado, múltiple.” No nos engañemos, no veamos en esto el comienzo de una comprobación melancólica: gracias a la amistad que Colette les consagra a los demás y mediante la disciplina de la escritura que la sumerge en el Ser, esta mujer no abandona nunca su participación en la pluralidad del mundo que ella celebra como una mística pagana de la realización del yo a través de una multitud de vínculos cósmicos. Tal es en verdad el sentido amoroso de ese “todo el resto es alegre, variado, múltiple”...
Si Frida es de naturaleza expansiva, escandalosa, provocadora, Gabriela Mistral es discreta y lleva una vida personal celosamente cuidada. Sin embargo, hay rasgos y conflictos similares en sus vidas. Gabriela oculta una naturaleza apasionada tras la figura casi asexuada que se forjó de ella, probablemente por sus poemas infantiles, por su papel de maestra, por la leyenda de un único amor de juventud que, al tener un fin trágico, supuestamente la encierra en un luto sin fin. Pero esa enorme pasión en el amor se devela tanto en los Sonetos de la muerte,— que se piensa evocan a Romelio, el antiguo amor que se suicida—, como en Las Cartas de amor (1978: 63), donde escribe en una de ellas a Manuel Magallanes el poeta chileno,
[...] cuando te bese perderé la noción del tiempo y el beso se hará eterno. Sé que me desvanecerá el goce intenso: sé que la embriaguez más intensa que me haya recorrido las venas la sacaré de tu boca amada. [...] Sé que seré capaz en mi exaltación de hacerme una prolongación de ti; de tu fervor, de tu alma suave, de tu carne misma [...]
Lucila Godoy Alcayaga nace el 7 de abril de 1889 en Vicuña y desde 1913 empieza a usar el seudónimo de Gabriela Mistral. Mistral por Federico Mistral o quién sabe si por el viento Mistral, y Gabriela, por el escritor Gabrielle D' Annunzio. Hay distintas versiones sobre su decisión; en todo caso, el cambio de nombre puede ser interpretado como la adopción de una nueva identidad.
Gabriela tuvo estrecha relación con México, a donde viaja invitada por José Vasconcelos para colaborar con la Reforma de la Educación. Ahí comienza para la autora un largo peregrinaje. A Chile volvería después por razones muy puntuales y siempre de paso. Chile no debió ser una sociedad fácil para una mujer como Gabriela, como percibimos en sus palabras: “En estos tiempos ser franca y ser maestra moderna es peligroso.” O cuando dice, [t]res manchas tengo hoy para esa gente que no ha evolucionado, porque para mi tierra, la Colonia no pasa todavía: mi democracia, mi independencia religiosa y mis servicios a una escuela rural.
Al responder la carta en la cual se le pedía una opinión sobre la manera de evitar la guerra, Virginia Woolf escribe en Tres guineas (1999: 159): Solamente podemos ayudarle a defender la cultura y la libertad intelectual por el medio de defender nuestra propia cultura y nuestra propia libertad intelectual. Así lo entiende Gabriela y le habrá de costar la incomprensión del medio. En 1945 Gabriela Mistral recibirá el Premio Nobel y sólo después, en 1951, Chile le concederá el Premio Nacional de Poesía.
El título de mi obra Niña de cera , es resultado de un juego de palabras que nos lleva a recordar el famoso poema La pajita : “Esta que era una niña de cera...” Niña, por la niña de los ojos, desde donde y a través de los cuales miramos el mundo, y al mismo tiempo, la idea de una niña camaleón, que al igual que una niña de cera, es decir cambiante como la cera, se moldea a sí misma como una “cuentamundos”. Esto hace de Gabriela y su conflictivo mundo interior un personaje seductor para el género del drama.
Después de pasar un tiempo en casa de la escritora, Ciro Alegría (1973:58-59) escribe,
Era el mundo de la contradicción. Ideológica y vitalmente en perpetuo conflicto, vivía bajo la presión de corrientes entrechocadas que no lograban armonizarse. Era mestiza y se consideraba india. Era católica y padecía muchas herejías. Renegaba de España y tenía algunas características netamente españolas, que daba por buenas además. En su alma profunda, medio abismal, tan pronto encontraba resonancia la quena, como el judío Kolnidro o la música clásica, hasta el apasionamiento y todo ello por turno. Igual pasaba con las letras. Solazábase con el Dante, acusándolo de haber herido al cristianismo, para pasar a entusiasmarse con una cancioncilla. Su fervor cristiano no le impedía tener un combatido pero latente prejuicio antinegro. /.../
Ese caos humano que era Gabriela, traducíase, a fin de cuentas, en una señera expresión hermosa. Es el milagro del arte.
La relación madre-hija, siempre compleja, también está presente en Niña de cera . En el caso de Gabriela aparece como una relación difícil pues es más bien el padre la persona a la cual se sentirá más próxima, a pesar de que éste abandonó el hogar siendo ella pequeña.
La doble sexualidad que se le atribuye a Gabriela, la ambigüedad en sus relaciones con algunas mujeres que estuvieron cerca a ella son tratadas en el monólogo: (1995: 36)
Acto Segundo—Escena IV
He sido reina, madre.
Reina...
He vivido rodeada de hermosas doncellas...
Laura, Doris, Palma..., emergiendo de su poesía, altas y esbeltas como Safo. Doncellas a las cuales convierto en Ifigenias que se sacrifican a esta mujer inútil y desamorada cuyo nombre es Gabriela Mistral.
Gabriela...
Soy Gabriela y no Lucila.
Gabriela, como Frida, añora la maternidad pero aparentemente nunca la ve realizada. No se sabe si, finalmente, Gabriela fue madre o tía de Yin-Yin, ese misterioso sobrino del cual existe una partida de defunción pero no de nacimiento. En cualquier caso Gabriela recurre a las máscaras para ocultar sus vivencias más secretas, íntimas, y dará a sus biógrafos muchas versiones sobre un mismo hecho. En la escena III del segundo acto (ibid.) el personaje nos confiesa:
Todo no ha sido sino jugar.
Jugar a que me enamoro, jugar a que me desencanto.
Jugar a que alguien se suicidó por mí, para luego alimentar con ese juego la palabra. Mi palabra, padre.
Aquello que los demás llaman poesía.
Finalmente, nos encontramos con un personaje ficticio, Nicole.
En el verano europeo de 1997, cuando caminaba las calles de Buenos Aires, apareció una mujer con un perro en la esquina de Corrientes y Rodríguez Peña. Era delgada, de ojos grandes, mirada intensa, rasgos desencajados, pálida‚ llevaba un vestido elegante y, a la vez, desgastado. Parecían salidos de un cuadro de Chagall. Ella caminaba “con los pasitos bien puestos en cielo” y discutía con él. Estos dos seres solitarios iban por el mundo en una nube perfecta. Los seguí subyugada. ¿Qué vivencias antecedían su trastorno mental? Su mirada, marcada por una profunda tristeza, encerraba una historia que yo deseaba conocer. Detuvo mi curiosidad el respeto que me inspiraban esas dos figuras tocadas por algo divino y tanta humanidad. Tango solo es la historia que inventé para ellos. Un gesto de amor y respeto a esos dos seres que me recordaron la fragilidad de la vida y de nuestro destino.
El personaje del monólogo es Nicole. La obra transcurre la noche del 7 de febrero de 1986 en Buenos Aires. En ese Buenos Aires en el cual se dejan sentir las huellas de la dictadura militar que gobernara Argentina entre 1976 y 1983.
Cuadro II
Desde niña soñé con París.
Desde que mi madre me regaló el afiche.
Se los robaba.
Los robaba de noche cuando todos dormían.
Salía con un manto para abrigarse y un bolso.
Un bolso rojo.
En él llevaba los afiches.
Qué lugares recorrería.
Nunca le pregunté.
Mi padre decía que estaba loca.
Que nuestra madre se había vuelto loca y que mejor era ignorarla.
Por nuestro bien.
Pero yo sabía que no estaba loca.
Ella era feliz en esos viajes nocturnos.
Su mirada la delataba.
Cuando volvía, su mirada era bella.
Una noche no volvió.
A los pocos días llamaron de la morgue.
Tuvimos que ir a reconocer su cadáver.
Yo no quería ir pero mi padre nos obligó.
“Para que vean en qué acabó vuestra madre por no vivir como cristiana”.
Me hice la promesa de no ser cristiana.
Era tan lindo eso de robar afiches.
La encontraron junto al río.
En sus manos sostenía París.
Era un regalo para mí.
Así se lo comuniqué a mi padre.
“No empieces a fantasear, Nicole, o acabarás como tu madre”.
Ese mismo día instalé París junto a mi cama.
La pared es verde.
Tiene una capa de musgo.
La humedad.
La humedad se come a pasos agigantados las paredes, la casa, nuestras vidas.
Pero París está ahí.
A él le cuento mis secretos.
Con él lloro, con él río.
“Está loca como su madre”, dice papá.
Dodi, toma tu agua.
No has bebido en todo el día.
(2000: 10, 12)
Nicole nos habla de su madre quien para fugarse de su realidad, se inventa varias vidas a través de los afiches que roba. Al morir, la madre sostenía en sus manos el afiche de París que Nicole asume como suyo. Al comunicarle al padre que es un regalo de la madre para ella, Nicole está asumiendo una posición ante el padre y las convenciones que éste representa. París se convierte en la metáfora de la libertad y del sueño para Nicole. Ella ha heredado un sueño, su madre le ha obsequiado el don de soñar.
La soledad es uno de los temas centrales de la pieza, Nicole sólo tiene a Dodi. Recién en el cuadro XIII (2003:44) se referirá a él como a un perro al reclamarle:
¡No ladres
¡Perro maldito!
¡No ladres!
¿Existe o no Dodi? No lo sabemos. Bien pudiera ser un interlocutor que habita en el espacio mental.
La noche en que transcurre el monólogo Nicole está a la espera del cometa que ha de pasar. El cometa es también metáfora de la ilusión, su aparición puede significar un giro que convierta en alcanzables los sueños. En el cuadro IV Nicole divaga:
Me hubiera gustado ser un cometa.
Te instalarías junto a la ventana para verme, Dodi.
Un cometa reilón, dirías.
Y los chicos aprenderían en la escuela:
El cometa Nicole.
El cometa Nicole nacido a las 11 de la noche fue descubierto en el año 1986.
El cometa Nicole.
(p. 16)
El 29 de febrero, cuando buscaba a su hija desaparecida, Nicole es detenida y encerrada.
Cuadro XII
29 de febrero.
Hay años que le temen tanto a esa fecha que ni siquiera tienen 29 de febrero, Dodi.
Todo ocurrió.
A mí no me engañan.
Todo ocurrió el 29 de febrero.
Me encerraron el 29 de febrero.
El chico ese lloraba el 29 de febrero.
Le dispararon el 29 de febrero.
Yo pregunté por Marie, después de veinticinco años, el 29 de febrero.
El 29 de febrero de 1980 el cometa Nicole derramó una lágrima.
(p. 40)
El 29 de febrero es y no es, existe y no, por eso la elección de esta fecha. Tango solo nos plantea también el problema de la memoria y el olvido. Nicole le pide a Dodi recordar la fecha:
29 de febrero.
No olvides esa fecha, Dodi.
29 de febrero. (Cuadro X, p. 34)
Nicole deja constancia de que todo ocurrió y al mismo tiempo busca evadir la realidad. El personaje de Tango solo es cercano al mundo de Beckett, el personaje vive en una conexión cósmica con el mundo que habita.
El conflicto de la maternidad también está presente en la historia de Nicole. El personaje, que añora el reencuentro con su Marie, la hija desaparecida durante la dictadura militar argentina, nos hace una confesión: cuando joven, ella había abandonado a la pequeña para irse a París. Una doble pérdida, la primera voluntaria. París, la metáfora de lo soñado, de lo posible, ¿se contrapone a la responsabilidad de madre, de esposa? ¿o más bien a la imposibilidad de vuelo propio? ¿Por qué dejó a su hija? No podemos olvidar que Nicole vive su juventud en una época en que muchas mujeres debieron o quisieron renunciar a la maternidad por encontrar que ésta, al igual que el matrimonio, sometían a la mujer a un rol de subordinada.
La soledad se nos presenta como el único camino a la libertad.
En Tango solo , el personaje, desquiciado y en la soledad más absoluta, sueña y a través del sueño se reinventa.
BIBLIOGRAFÍA
Alegría, Ciro 1973. Gabriela Mistral Íntima . Lima: Editorial Universo S.A.
Kristeva, Julia 2003. El genio femenino 3. Colette. Buenos Aires: Editorial Paidós SAICF.
Kahlo, Frida s.a. El diario de Frida Kahlo— Un íntimo autorretrato . Introducción de Carlos Fuentes. Ensayo y comentarios de Sarah M. Lowe. Verona: Editorial Debate (Madrid).
Las cartas de amor de Gabriela Mistral 1978. Introducción, recopilación, iconografía y notas de Sergio Fernández Larrain. Santiago: Editorial Andrés Bello.
Núñez, Maritza 1995. Niña de cera. Helsinki: Teatro Jurkka y Amici Instituti Iberoamericani Universitatis Helsingiensis r.y.
Núñez, Maritza 2000. Sueños de una tarde dominical . Premio “María Teresa León”, 1999. Serie Literatura dramática iberoamericana Nº 29. Madrid: Publicaciones de la Asociación de Directores de Escena de España (ADE). Pp. 17–104.
Núñez, Maritza 2004. Tango solo . Helsinki: Lasipalatsi.
Vias Mahou, Berta. 2000. La imagen de la mujer en la literatura occidental . Madrid: Punto de referencia Anaya.
Woolf, Virginia 1999. Tres guineas. España: Editorial Lumen.
Zamora, Martha 1987. El pincel de la angustia México: edición de la autora.